Aurora



Declaro que es un crimen mantener a una mujer de 60 kilos parada sobre unos tacones de 8 cm por más de 8 horas.

Mi mesera de hoy se llama Aurora, es joven, bajita, con unos ojos grandes, amable. Sonríe, es una ambulancia de rescate para los exiliados de las multitudes como lo soy yo.

Es un crimen llamarse Aurora y trabajar de noche en un lugar donde solo eres un número.
Las noches de Diciembre  no son buenas noches para un solitario, hay demasiada gente en las calles.

En el Metro los viajeros lucimos cansados.  Un hombre carga sobre su espalda el trofeo navideño, regalo de la compañía para la que trabaja: un electrodoméstico, contrabando Chino.  El regalo mismo fue fabricado por manos obreras, iguales a las del que ahora carga la aparatosa caja con una freidora impresa. Todos estamos cansados. El Metro esta cansado.  

Nadie quiere estar aquí. El conductor  se mira sobre una dona plástica, flotando en las aguas malolientes de Oaxtepec. El convoy, el tren, desea llegar a su taller, expulsar tanta mierda, y dormir. Los vendedores no quieren vender. Los ciegos que mendigan añoran tener vista para no estar aquí. Yo, en una isla polinesia, posando para Gauguin. La parejita de enfrente no quiere quererse, lograr liberarse de la necesidad de tener. 

Nadie queremos estar aquí.


Aurora no viene, quiero pedir unos huevos con queso panela.

Yo quisiera que algo tuviera sentido. Un sentido real, no sujeto a interpretación. Claro. Que no me digan: Si tiene sentido para alguien, entonces es válido, real y trascendental. No. Eso no es verdad.


En realidad nada es TAN IM-POR-TAN-TE. Nada. Ni el que yo llegue a casa o no. Ni las bombas atómicas, ni que los mexicanos sean cada día más obesos y más tristes. 

¡Morirán! , si, muy seguramente si.  ¿Y que?  

¿Eso es importante en realidad? 

Para sus familias tal vez, luego los olvidarán o también morirán, pero la luna no cambiará su cara iluminada por la obscura. Nada humano es tan importante.

¿Qué matamos al planeta Tierra? Si… ¿Y que? 

Se morirá, seremos culpables, moriremos con el… ¿y? En realidad no importa.

Tengo que decir esto: 

Solo soy una oficinista de mierda. Una chica llegando a los treinta, con nueve horas al día en una oficina muy iluminada donde todos creen ser muy importantes. “Nueve horas nalga” sentada frente a una computadora, sin poder caminar cuando quiero, salir a patear basura o revolcarse en el pasto, no, nada de eso.  En cambio escucho música muerta que algún estudioso determinó como indicada para mantener y acrecentar el vacío humano.  

Debería aceptarme como tal. Soñar con poseer un auto, dejar de ser tan fatalista, creer que es importante cualquier nimiedad financiera, como que la Empresa obtenga mes con mes una importante utilidad, creer  que es importantísimo llegar temprano. Aunque en realidad crea que todo lo anterior es una tontería. No pasa NADA (importante). 

Si uno llega antes o después a la oficina no pasa nada, ¿Qué me descuentan? Si, ¿y?  No moriré por ello, ¿Qué algún día me correrán? Si, ¿y? No morirán miles en Senegal o Ruanda  ¿Qué mi presencia era necesaria? Si, ¿y? No se caerá la luna porque me ausente en una junta. 

Todo esto es una tontería.

Son una tontería los miles y millones de pesos que manejo, manchitas negras sobre una hoja blanca con membrete: representaciones gráficas del dinero, que a su vez es una representación abstracta (el concepto) y física (la moneda) de un valor asignado. El valor asignado es: tan tan tan... 

¡Una estupidez!

Propongo que los resultados mensuales de la empresa  se den en los siguientes términos:

Este mes alcanzamos la meta de endeudar a 350 clientes por los próximos 5 años. De los cuales 349 no podrán cumplir el compromiso adquirido y pagaran 50% de intereses moratorios, lo que devendrá en el embargo del automóvil, materia del préstamo, y la casa del cliente o del aval, según sea el caso.


Entregamos 300 unidades (autos) a 300 clientes, de los cuales 290 harán uso exclusivo de ellas, es decir, no compartirán el auto con nadie, lo cual generará  muchos kilogramos de partículas suspendidas en el aire y miles de decibelios de ruido ambiental, que a su vez provocarán tantos miles de dolores de cabeza y estrés.


Como “plus” a nuestras operaciones, obtuvimos 700 peleas domésticas. El 90% de las mismas se dieron entre nuestros clientes, suscitadas por el adeudo contraído, la posesión y uso del automóvil. EL 10% restante fueron desencuentros entre las familias de nuestros colaboradores, fruto de los horarios extraordinarios y el bajo sueldo.

Alcanzamos el punto más alto de frustración entre nuestros empleados: felicidades a todos por su gran esfuerzo para conseguirlo, pero sobre todo el reconocimiento a nuestro director, sin el, esto no se hubiera logrado. Gracias.

Otros indicadores del desempeño de nuestro capital humano son:

70% obesidad mórbida
•Se logró el crecimiento promedio de 1.5  
 kilogramos por empleado
•30 nuevos diabéticos
•50 nuevos alcohólicos (ovación de pie)


Soy una pesimista de mierda.

Quisiera estar tranquila. En días como hoy, que me siento tan cansada, quisiera creer que hay algo en realidad importante, sacudirme la cabeza, peinarme, calzarme los tacones, destapar el labial color rosa importancia.

Tengo una orquídea a punto de florecer.






Comentarios

  1. El desencanto anida en el metro como en ningún otro lugar, definitivamente. Hacer como que hacemos, como que miramos. El anhelo quizá no sea de libertad en sí misma (concepto-abstracción-ideal), sino de una libertad parecida a la de los prófugos de algo o alguien. Saludos a Aurora. Necesito un auto. La veré luego.

    Dave Rotten

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