Avenida 41 Capitulo III


Capítulo

III
El doctor te dijo que no puedes hacer esfuerzos; está bien que te sientas mejor, eso me alegra mucho Uma, pero tampoco es para que salgas corriendo a devorar las calles con las ruedas de la bicicleta. Entiendo muy bien que necesites tomar aire. Claro que se cuánto adoras la libertad que vives cuando pedaleas bajo los árboles y nubes, te entiendo perfecto. Sucede que es riesgoso, puedes recaer y no queremos eso. Me encantaría salir contigo para cuidarte. Podríamos caminar despacio, nada de montarte en una bicicleta. Iríamos por un helado, uno de maracuyá para ti y de yogurt para mí, en barquillo; tú no puedes tomarlo en barquillo, tendrá que ser en vaso. Es por tu bien. En la heladería podríamos sentarnos bajo las sombrillas, observar las nubes y los árboles, sentir el viento que tanto te gusta, será como si anduvieras en bicicleta, pero detenida; sin hacer esfuerzos, sin velocidad, sin la probabilidad de que caigas y te estrelles la rodilla en el asfalto, luego la sangre y las lágrimas.

 
Uma, ¿Has notado que la cicatriz de mi rodilla parece una constelación? ¿No?; Pues lo parece, enserio. Si la miras bien puedes notarlo, se parece a esa que llaman “El Ojo de Dios”, verdosa al centro y rojiza alrededor. En lo personal me parece muy bonita. Si un día muero y por alguna razón me desfiguran el rostro, o encuentran mi cuerpo sin cabeza, podrán reconocer mis restos por la cicatriz en la rodilla. Sabrán que soy Yo indudablemente y entonces no seré un cuerpo perdido, sin nombre. Podrán velarme. Me parece muy práctico tener una cicatriz única. La tuya es muy linda también Uma, te sienta bien aunque es un poco discreta para mi gusto, diría yo: intima. No sería tan fácil reconocerte, habría que buscarla.

 
Después del helado te llevaría al parque, a las fuentes. Para que veas los colores que el sol pinta en el agua, los brillos. Creo que te gustaría sentir la brisita en tu cara, eso siempre lo hace sentir libre a uno, como gaviota volando sobre el mar o niño jugando en el jardín después de la lluvia.

¿Te acuerdas cuando conocimos el mar Uma?


 

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