Dormida

Tengo piernas largas
que casi tocan el final.
Las manos, remos desplegados; 
el cabello corto alborotado
como metido al viento.

Mi cama es balsa, 
no hay techos ni suelo. 
Las paredes azules 
se van en lluvia.

Caemos, caemos, 
entre nubes de mar, 
entre campos de avena; 
atravesamos un río de golondrinas,
una montaña hecha de conejos. 
Los pies casi tocan el final.

Los remos entre la vía láctea,
cabellera de mi madre guapa.
Los dedos gordos de los pies se besan.
Mi cama sonríe. 
Soy cayendo.

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