Señales

¿Usted cree en las señales?
Señales de esas, de las que algunas personas hablan.  Por ejemplo que  un vaso se rompa antes de besar a alguien.  Justo un segundo antes de que los labios se rocen. Esto puede interpretarse como un aviso de venidera separación amorosa.
¿No?...  ¿Nunca ha vivido  usted algo así?
Yo tampoco creía, es decir no creo. Bueno en realidad estoy confundida. Estoy dudando…
Lo que sabía… Bueno no saber saber  concreto, sino un saber empírico, de oídas pues. Bueno, lo que sabía, ya aclarado como, era lo que uno lee en las novelas, lo que escucha en las calles, en las pláticas de señoras místicas sentadas en la banca de un parque a la hora del lunch. 
Yo, yo me reía cuando escuchaba esto de las señales. Pensaba, pienso, bueno ya no tanto, que la gente busca lo extraordinario en lo ordinario para hacer su vida más especial, para dotarla de…
Importancia, de interés. Porque las vidas son comúnmente tristes: ¿Cómo supiste que Panchito era el indicado? Ay pues cuando paseábamos por Chapultepec, un domingo por supuesto, y  una rana saltó hasta mi zapatilla, por supuesto blanca. Entonces supe que era una señal de que él era el príncipe azul….
Y el tal Panchito parece más el primo de la rana aún no convertida en príncipe. Ni morado, ni azul. ¿Entiende a lo que me refiero?
Pues eso eran las señales para mí: acotaciones luminosas para una vida ocre.
¿Por qué hablo en pasado?  Es que, estoy dudando. Mi vida no es ocre, tampoco negra, menos gris, es… Es, digamos beige. En estricto no requeriría señales. 

Me levanté tarde, no quería ir al trabajo de mierda de todos los días.  Bueno, solo es un mal día. Solo no quería levantarme. En la normalidad soy una persona muy higiénica, no salgo sin bañarme. 
No, no es obsesión, me gusta bañarme. Pero hoy no, hoy me sentía hasta la madre de todo. Me miré al espejo: Un vieja con ojeras, cabello enmarañado y ojos rojos. Aún así no tuve ánimo de meterme a la regadera.  Es que me bañé anoche.
¿Por qué?
Es que ayer me tocó corte de cabello y ya sabe usted que esos cabellitos que quedan sobre el cuello son peores que hormigas soldado encajando sus mandíbulas en la piel.
Bueno, pues no me bañé. Solo me lavé la cara y remojé el cabello. Sino lo remojo no puede peinarse;  Puse perfume en mi cuello, prefiero los frescos, me hacen pensar en el mar. Arreglé mi cabello con cera. 
Hoy es viernes y no me toca uniforme, elegí la blusa azul, mi color favorito es el azul, pantalón negro y zapatos morados con flores. Mientras pintaba mis labios, de color coral, el cerebro me mandó la orden de desear un café americano. Bien, ya tenía motivo para comenzar el día. Salí de casa… 
¿Estoy siendo muy descriptiva? 
Gracias, bueno pues salí, esperé el alto. Un tipo me miró desde su auto, por supuesto yo desvíe la mirada. ¿De qué les sirve mirarnos así?  Es una nano mirada sin sentido. El verde, atravesé la gran avenida. Otra luz roja, 39 segundos, luz verde, otra avenida cruzada. Entonces, la vida con sus prisas, voy tarde ¿para que fingir una prisa que no siento?
Hoy no vino la chica que vende bisutería, yo creo que es una de esas rebeldes del tipo que me gustaría ser, estoy segura de que tenía un puesto importante en una gran compañía trasnacional, un día se hartó, mandó todo al demonio y ahora es independiente, feliz y libre.  La panadería era una colmena.  De repente un:
Ring, ring, ring…

¿Qué era? 
El repiqueteo de un reloj despertador…
¿Qué hace un reloj despertador a media calle? ¡Sonando! 
Es un reloj nuevo, pero  imita los antiguos. Es color lila y está a la venta en un tendido sobre la banqueta. La dueña del negocio platica con la vecina de los tamales. Parece que nadie escucha.  Silencio, no suena más.
En ese momento pensé que era gracioso que sonara la alarma del despertador. Accidente convertido en buena estrategia de venta.
Llegué a la cafetería: Un café americano grande con leche de soya... ¿De qué es esta galleta?  Chocolate blanco con nuez de macadamia. Dame una. Treinta pesos, entregué doscientos, estoy medio dormida y dejé cien pesos de propina inconsciente…
No, en ese momento no me di cuenta, justo al sentarme aquí reflexione sobre ello. Soy una tonta.
Bueno, pues salí de la cafetería, volví sobre mis pasos. Señoras daban el menú a gritos: Tortas de jamón y salchicha; Sándwich de atún, el atún de lata no es un desayuno, jamás lo será. ¿Quién quiere iniciar el día con aliento de atún?  En fin...
Ring, ring, ring, ring, ring…
¡Justo cuando paso frente al reloj lila la alarma comienza a sonar! ¡De nuevo!  ¿Cómo es posible?
¡Cómo!
Sonreí: ¡Qué casualidad!...
Nadie parecía escuchar la alarma, pero no solo sonaba ¡El repiqueteo era visible!... Una vibración de metal que todo mundo podía ver pero nadie veía. Es que están acostumbrados al ruido…
Fue cuando pensé  que lo extraño, muy extraño,  de la situación podría interpretarse como una señal.
¿De qué? 
¡Evidentemente no sé de qué! 
¿Para qué demonios recibe uno señales que no son claras!
Deberían entregar una interpretación, un papelito caído de la nada enunciando que carajos quiere decir la señal. 
Pensé que, es muy obvio,  podría significar un aviso de fin o comienzo de plazo. Vamos, algo como un  despierta… o un se acabó… 
Sabe, tengo miedo.



Marcia Donato

Comentarios

Entradas populares